martes, 1 de febrero de 2011

Nos da igual

Diario de Avisos, 31 de enero de 2011. David Cuesta

Nos hemos instalado en la comodidad. Nos creemos unos privilegiados por vivir en un archipiélago atlántico con más de 300 horas de sol al año. Las islas afortunadas. Vivimos en una burbuja que nos impide mirar más allá de nuestro ombligo. Hemos decidido que es mejor pensar que el hambre y la miseria es cosa de otros. Aquí tenemos centros comerciales, boutiques de diseño, un auditorio, hoteles de lujo… Nos lo hemos creído tanto que somos incapaces de ver la realidad. De hecho, nos da igual la verdad.

Nos da igual que uno de cada tres niños canarios viva por debajo del umbral de la pobreza; mientras que en el mismo territorio paradisiaco poco más de mil personas acumulan una fortuna que supera los 1.400 millones de euros.

Nos da igual que a partir de mañana, 1 de febrero, más de 100.000 canarios dejen de percibir el subsidio de 426 euros por desempleo, el único ingreso para cientos de hogares que tendrán que empezar a mendigar. Sólo un mes antes, en el Archipiélago nos gastamos más de 600 euros de media durante las fiestas navideñas.

Nos da igual que casi un 20% de nuestros jóvenes universitarios no tengan trabajo. Pero permitimos que otros, sin titulación y por amiguismo, llenen las administraciones, enchufados con salarios anuales que oscilan entre los 25.000 y los 55.000 euros.

Nos da igual que en Canarias, una tierra que atrae a miles de turistas al año, tengamos los salarios más bajos de todo el país, con una media engañosa de 1.515 euros, que en la mayoría de los casos no supera el sueldo mínimo que nos han fijado en 641 euros al mes. Un diputado activo del Parlamento, sin embargo, es capaz de meterse en el bolsillo 750 euros en dietas y por sólo tres horas de asistencia a comisiones inútiles.

Nos da igual que nuestros políticos sean capaces de ponerse de acuerdo para aprobar una ley que atenta directamente contra nuestro medio ambiente, que rebaja la protección de más de 200 especies y cuyo único fin es desbloquear una infraestructura, el puerto de Granadilla, que sólo hará más ricos a unos pocos. Lo permitimos, incluso, cuando nuestras dos universidades, el grueso de la comunidad científica y decenas de organismos internacionales nos advierten de que nos están engañando en nuestra cara.

Nos da igual que nos vendan trenes de levitación que nadie quiere con un coste de 3.000 millones, que nuestro Gobierno gaste el doble del presupuesto de Cáritas en una ridícula campaña turística en Islandia, que seamos el hazmerreír de España por la bajeza de nuestros políticos… Tanto nos da igual, que hemos decidido no hacer nada para evitarlo. Y así nos va.