jueves, 24 de enero de 2013


El Mundo,  24 de enero de 2013
Extracto de uno de los correos electrónicos enviados por Urdangarin.












En su libro 'El poder de la estupidez', el italiano Giancarlo Livraghi  cita estas palabras de Leonardo Sciascia: "Cada vez que nos encontramos con un idiota sofisticado o adulterado, nos abate cierta especie de melancolía y pesar. ¡Ay, qué hermosos los tontos de antaño! Genuinos, naturales. Como el pan casero". Nada mejor para reflexionar sobre la estupidez que echar un vistazo hoy a la primera página de EL MUNDO. Ahí veremos que además de la corrupción nos rodea la estupidez. La estupidez de inventarse una identidad y la estupidez de creerse el duque más gracioso de la Historia. Carlos Mulas se hacía pasar por director de una Fundación de pensamiento e Iñaki Urdangarin se hacía pasar por duque. Dos casos de doble personalidad.Mulas se transformaba en Amy Martin, una columnista progre y molona. Y el Duque de Palma firmaba sus correos con un ingenio solo al alcance de las monumentales chorradas con las que cada día se rivaliza en ingenio a través las redes sociales. "Duque em...Palma...do". ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto? ¡Ay, qué hermosos los tontos de antaño!.
Ambos personajes tenían pretensiones. Amy Martin pretensiones intelectuales. Iñaki Urdangarin pretensiones nobiliarias. El tamaño de sus cerebros era inversamente proporcional al de su osadía. ¿Acaso creyeron que nadie iba a descubrir su impostura? Los estudiosos del fenómeno de la estupidez aseguran que las personas estúpidas no saben que lo son y por eso resultan extremadamente peligrosas. El Duque es dinamita para la Monarquía y Amy Martin ha sido unaauténtica desgracia para el PSOE. Hay que imaginarse la cara de Rubalcaba cuando se enteró de lo que hacía el director general de su factoría de ideas. Qué momento. Quizá lo peor la sensación de ridículo. El PP contra las cuerdas por la corrupción y llega este atolondrado botarate a estropearnos la fiesta y darle la razón a la gente cuando piensa que todos son iguales.
No es verdad que todos sean iguales. Entre la corrupción granítica de Luis Bárcenas y la corrupción naif y creativa de Carlos Mulas hay sus diferencias. Es muy distinto llevar el dinero a Suiza para defraudar a Hacienda que inventarse a una columnista para recibir un sobresueldo, ahora que están tan de moda. Es lo que va de la codicia del dinero a la codicia intelectual. No es lo mismo mover millones que escribir un blog. Es una pena que no hayamos podido disfrutar la obra de Amy Martin más tiempo. Supimos de su existencia y en cuestión de horas se evaporó. Tal vez ahora que se ha quedado sin trabajo podría darle clases al Duque para que aprenda a escribir de forma sostenible. Sus columnas no estaban tan mal. Y hay que reconocer que el secretario general de la Fundación Ideas hacía honor al nombre de la institución. Ideas le sobraban. Si doña Cecilia es llamada restauradora por lo que le hizo al Ecce Homo de Borja y se ha convertido en el Picasso de las televisiones, a ver por qué Amy MartIn no puede aspirar a lo que quiera.

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